El objetivo principal del médico internista, como el de todo médico, es aliviar el sufrimiento y proteger la calidad de vida. Osler decía a sus discípulos: “El médico pocas veces cura, algunas alivia, pero siempre debe consolar y acompañar”.
Para algunos el objetivo esencial sería prolongar la vida, pero esto es discutible. Si en el último siglo se incrementó la esperanza de vida no fue por obra exclusiva de la medicina, muchas otras profesiones contribuyeron a ello. El urbanismo, la ingeniería sanitaria y las comunicaciones cumplieron y siguen cumpliendo, con una labor importante. El médico integral no es aquél que prolonga caprichosamente la vida del paciente, sino por el contrario, el que a su paciente “añade
vida a sus años”, es decir, calidad, autoestima y hasta cierto punto, felicidad.
El objetivo del internista no es evitar la muerte a toda costa, más bien es tratar de aliviar su dolor, mejorar su calidad de vida y cuando llegue el momento facilitarle una muerte digna, rodeada de sus parientes y amigos más queridos. Es de nuevo acompañar y consolar.
El objetivo principal, cual es aliviar, se fundamenta en conocimientos sólidos de la medicina y en una actitud humana y humanística. No debe ser para él la única meta acertar con el diagnóstico, sino más bien aportar esperanza y vitalidad a sus enfermos.
El futuro de la medicina interna en el país depende del ejemplo y de los conocimientos transmitidos de los docen-tes a los discípulos, pero también de la modificación de los currículos acordes a las nuevas legislaciones en salud, del entusiasmo y ocasión impartido en el ejercicio de la profesión pues el campo de acción de esta especialidad es bien grande.
Para algunos el objetivo esencial sería prolongar la vida, pero esto es discutible. Si en el último siglo se incrementó la esperanza de vida no fue por obra exclusiva de la medicina, muchas otras profesiones contribuyeron a ello. El urbanismo, la ingeniería sanitaria y las comunicaciones cumplieron y siguen cumpliendo, con una labor importante. El médico integral no es aquél que prolonga caprichosamente la vida del paciente, sino por el contrario, el que a su paciente “añade
vida a sus años”, es decir, calidad, autoestima y hasta cierto punto, felicidad.
El objetivo del internista no es evitar la muerte a toda costa, más bien es tratar de aliviar su dolor, mejorar su calidad de vida y cuando llegue el momento facilitarle una muerte digna, rodeada de sus parientes y amigos más queridos. Es de nuevo acompañar y consolar.
El objetivo principal, cual es aliviar, se fundamenta en conocimientos sólidos de la medicina y en una actitud humana y humanística. No debe ser para él la única meta acertar con el diagnóstico, sino más bien aportar esperanza y vitalidad a sus enfermos.
El futuro de la medicina interna en el país depende del ejemplo y de los conocimientos transmitidos de los docen-tes a los discípulos, pero también de la modificación de los currículos acordes a las nuevas legislaciones en salud, del entusiasmo y ocasión impartido en el ejercicio de la profesión pues el campo de acción de esta especialidad es bien grande.
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