lunes, 12 de diciembre de 2011

El internista como modelo de práctica clínica.

El “internismo” es un modo de trabajar, es una actitud en la práctica
de la medicina que se caracteriza por un acercamiento al enfermo de
forma global. Considera a éste como un ser situado, en su escala de
valores, al mismo nivel que el propio médico, un ser que vive, es decir
que tiene unos órganos que funcionan de forma coordinada, y un ser que
reflexiona.
“Situado al mismo nivel”, es decir que el enfermo es una persona
como el médico y el trato ha de ser por lo tanto de igual a igual. Como
decía D. Carlos Jiménez Díaz “un hombre frente a otro hombre”
En el paciente, “como ser vivo”, la disfunción de algún órgano o
sistema, ha de repercutir necesariamente sobre los otros ya que ninguna
función dentro de un organismo vivo se presenta aislada e independiente.
El acercamiento del médico debe de ser global, debe de tener en cuenta
el trastorno primario y su repercusión en todo el organismo.
El enfermo “un ser que reflexiona”, es capaz de preguntarse ¿qué?
¿porqué? y ¿para qué? Preguntas que buscan respuestas. El médico debe
estar en condiciones de buscarlas junto con el paciente.
Cualquier médico que se acerque a un paciente con intención de
curarlo ha de tener estas premisas en consideración. Este tipo de práctica
es lo que llamamos internismo y es una característica propia de los
clínicos que nacieron y se formaron con la ciencia médica cuando esta
comenzó a esclarecer la visión del médico, hace unos 200 años. En la
práctica esta visión holística, surgió y se desarrolló con los internistas, a medida que estos fueron apareciendo en el transcurso del siglo XIX. El internismo nace y se perfecciona de manos de la clínica, las ciencias sociales y la antropología. Es una actitud, una forma de trabajar, una La medicina interna como modelo de práctica clínica
peculiaridad del clínico, ya sea médico, cirujano, o especialista en
cualquier aspecto de la patología somática o incluso psíquica.
El internismo, por el tipo, la forma y la manera de ver o considerar a
un enfermo como un todo somático que vive, existe y se pregunta, como
él mismo, tiene gran carga de profesionalidad. La principal característica
de ésta es la responsabilidad. El internismo exige una responsabilización
del problema del paciente globalmente.
La medicina es muy amplia, la práctica médica imposible de
dominar, los pacientes necesitan con frecuencia varios especialistas que
los traten, pero ninguno de ellos debe de asistir al paciente como si
estuviese en un damero, “esta es mi casilla” y no salgo de ella, esto es lo
contrario al internismo. El médico no encasillado es quien se
responsabiliza de todo el paciente, tratándolo globalmente y allí donde su
capacidad no alcance, asegurándose de que otros médicos también lo
traten si lo ve necesario. Nunca debe de decir “esto no es mío”.
Esto que definimos como internismo, se ha ido perdiendo al
desarrollarse enormemente la ciencia y la tecnología. La especialización
ha ido derivando hacia una práctica basada en la acción, y ésta, de forma
específica y particularizada al área de conocimiento de la especialidad.
El internismo se ha perdido sobre todo en especialidades quirúrgicas y
cada vez más, también en las médicas.
Internista en su amplio sentido, es cualquier médico que se acerque
al paciente teniendo en cuenta estas premisas. El médico de cabecera y el
llamado internista general están (o deben de estar) incluidos en este
concepto, de internistas verdaderos. Pero internista en sentido lato, es
quien vive el internismo, alguien que se acerque a un paciente para
curarlo, ya sea generalista o especialista.
El internismo no es una especialidad, es una forma de hacer
medicina. No es un instrumento sino un modo de hacer. Cualquier
especialista que se relacione directamente, incluso aunque sea de forma
indirecta con la asistencia al enfermo, debe de hacerlo con una carga
suficiente de internismo.

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